Amanece. Ante las decisiones de hoy me detendré en silencio tres minutos antes de actuar. Tomará el mando mi Ser esencial, no mis impulsos. La conciencia tiene más poder que el “yo reactivo/reactiva”.
Mi armadura me protegerá de situaciones, personas y hábitos tóxicos, pero no entorpecerá la creación de vínculos positivos, ni detendrá el fluir de la corriente de amor que sale y entra de mi corazón de forma natural.
Sé que los enemigos psicológicos llamados miedo y vergüenza, toman poder o lo pierden según sea mi actitud de evitación o enfrentamiento respectivamente. Afrontaré los obstáculos de este día. Para un guerrero/una guerrera, tener miedo nunca significó ser un cobarde.
En el pasado fabriqué pesadas armas para defenderme de un peligro que hoy ya no existe. Las despido con agradecimiento y camino ligero.
Aunque me alisté en el bando de La Luz, donde hay belleza, verdad y amor, acepto las sombras del mundo de fuera y también las de mi mundo interior.
El reposo del guerrero/de la guerrera llega cuando cae el sol. Mientras mi cuerpo se repara, me entrego al sueño, sabiendo que hoy también la mayor de las batallas la combatí contra mí mismo. Ahora, mientras la luna ilumina el cielo, es momento de dejar que el inconsciente libere al personaje sin armaduras para vivir la aventura onírica de esta noche.
