A lo largo de la vida atravesamos numerosos cambios personales. Algunos plantean pequeñas mejoras, otros nos ayudan a deshacernos de malos hábitos. Algunos incluso pueden conllevar una transformación tan radical que prácticamente nos hacen empezar de cero. ¿Cómo afrontar una situación así? La historia moderna de Japón nos brinda un enfoque muy lúcido para gestionar este tipo de situaciones. Se conoce como el efecto Shinkansen por el tren bala de Japón, uno de los símbolos del renacimiento económico del país tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, el ingeniero y escritor Héctor García denomina así a la capacidad de llevar a cabo una revolución personal, social o profesional. Su idea es que para conseguir una mejora basta con hacer retoques, pero para lograr una auténtica transformación hay que cambiarlo todo.
El efecto Shinkansen es un modo de gestionar las crisis personales o de empresa. Y consiste en llevar a cabo una auténtica transformación como la que vivió Japón a mediados del siglo XX, cuando el país tuvo que empezar de cero después de la Segunda Guerra Mundial.
En la esfera personal, el efecto Shinkansen puede aplicarse en un buen número de situaciones. Por ejemplo, cuando, tras muchas refriegas y discusiones estériles, una pareja se da cuenta de que no es capaz de entenderse. En ese caso, ambos necesitan plantearse una manera totalmente distinta de relacionarse, juntos o separados, en una nueva etapa. ¿Otros contextos? Después de un despido, al final de nuestra carrera profesional o tras un grave problema de salud. En esas coyunturas es necesario reconsiderar las rutinas y empezar a vivir de un modo radicalmente diferente, como un renacimiento.
Como en todo reajuste, hay una serie de pasos que conviene seguir. El primero y más importante, localizar cuál es esa área de nuestra vida que precisa de un cambio radical. Una vez se tome conciencia de que abordar ese problema supondrá el inicio de una pequeña revolución, hay que replantear de cero todos los hábitos relacionados, diseccionándolos a través de la pregunta: ¿existe un modo mejor de hacer esto? En última instancia, siempre resulta conveniente buscar el apoyo de expertos, así como de personas que hayan vivido una experiencia similar. Porque, tal como se decía en El gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, a veces “hay que cambiar todo para que nada cambie”.
La velocidad del cambio
— En el extremo opuesto del efecto Shinkansen está el Kaizen, un proceso de mejora continua a partir de pequeños cambios diarios en una misma dirección. Se empezó a aplicar también en el Japón de mediados del siglo XX. Una de las empresas que lo desarrolló fue la compañía de coches Toyota, donde las aportaciones de los trabajadores para mejorar el sistema, por nimias que sean, son valoradas y premiadas.
— Muchos de esos cambios minúsculos acaban derivando en un notable incremento de calidad, lo cual ha situado al fabricante de coches como una de las marcas de automóviles más consolidadas del mundo.
— Ambos sistemas, el Kaizen y el Shinkansen, pueden complementarse, pero hay que saber que obedecen a distintas necesidades: la primera busca el cambio progresivo, y la segunda, una transformación radical.
Fuente:El Pais Semanal
Imagen: Christian Schloe