Uno de los frutos principales de la amistad es el alivio y la descarga de inflamaciones y saturaciones del corazón, las cuales son causadas e inducidas por toda clase de pasiones. Sabemos que enfermedades por paros o sofocaciones son las más peligrosas en el cuerpo; esto no es muy distinto en la mente: puedes tomar zarza para abrir el hígado, acero para abrir la tristeza, flores o sulfuro para los pulmones, castóreo para el cerebro; pero ninguna receta abrirá el corazón excepto un verdadero amigo, al cual le puedes impartir tus penas, alegrías, miedos, sospechas, consejos, y lo que sea que pueda oprimir el corazón, en una suerte de consideración cívica o confesión.
El segundo fruto de la amistad es sano y soberano para el entendimiento así como el primero lo es para los afectos. Porque la amistad hace de tormentas y tempestades un lindo día en los afectos. Pero de la oscuridad y confusión de pensamientos hace la luz del día. Nada de esto debe ser comprendido sólo por el fiel consejo que un hombre recibe de un amigo. Mas antes de llegar a eso, se sabe que a quienquiera que haya tenido la mente repleta de pensamientos se le aclarará el juicio y el entendimiento al comunicarse y platicar con alguien más: lanzará sus ideas más fácilmente, las conducirá más ordenadamente, verá cómo se ven cuando se convierten en palabras. Finalmente, se expresará mejor que sí mismo, y un poco más con el discurso de 1 hora y la meditación de 1 día.
Francis Bacon