FINAL
Por fin encontrarás la fuerza del alma:
cambiando sin cesar de forma, emanando mil perfumes,
penetrando con dulzura en cada partícula de tu carne,
cada palabra suya es un cofre que transporta óvulos dorados.
El pensamiento, torrente que nunca se reposa, viaja hacia la noche oscura
con la envidiosa esperanza de transportar ese divino resplandor.
Ten cuidado, no te pertenece.
Lo que tú eres, ella lo es. Lo que ella es, tú no lo eres.
Si intentas poseerla, con tu falso intelecto la asesinas.
Guardián ciego de un tesoro invisible, en tu vida no has encendido un solo fuego.
Lo cercano lo ves lejos, no reconoces aquello que está aquí.
Cuando se te da, siempre crees que te quitan.
A donde quiera que vas arrastras una sombra tan inmóvil como un ladrón crucificado.
Deja que las piedras te enseñen:
sin descansar, sin enfermarse, sin envejecer, sin padecer ni el hambre ni el deseo,
giran, llenas de savia, en una tranquila danza
ofreciendo sus lomos al sol mientras se convierten en águilas.
Sin embargo tú, por mucho que busques. sólo podrás convertirte en ti mismo.
Desdeñando toda forma, percíbete solamente como espacio.
Ante los acontecimientos acepta que eres el tiempo eterno
que indiferente transcurre. ¿Es tu objeto habitar
en el melancólico templo de los ancianos eternos?
El paraíso secreto es aquel donde todas las cosas tienen una forma única.
Cero ardiente en la vulva infinita
celebra que los dioses que inventaste te hayan abandonado.
Alejandro Jodorowsky