
Escuchó que había muchos caminos y que debía encontrar el suyo. La forma que tomó su búsqueda trascendente consistió en encontrar puertas por las que poder salir de su realidad cotidiana para descubrir lo que había más allá…
Su primera experiencia, un tanto traumática por lo sorprendente de la misma, fue la de un “vórtice” que se abrió antes de tener ninguna preparación. Bien sabemos que una cosa es entrar por voluntad propia y otra distinta ser arrastrado. Tener una experiencia antes de estar preparado suele dificultar su enseñanza y generar miedos.
Pasaron algunos años hasta que, a través de otra puerta, observó una compleja maquinaria celeste que parecía construida con relojes de ciclos infinitos. Aquello le pareció interesante, era como asomarse a un nuevo modelo de conocimiento.
Comprobó de primera mano que los maestros aparecen cuando el discípulo está preparado.