
La historia habla de un pequeño Reino donde todo estaba regido por etiquetas de carácter intelectual. Allí todo resultaba entendible gracias a un nombre -o definición- que lo identificaba. En palabras de uno de sus habitantes:
“Nombrar algo sirve para darle existencia y permitir clasificarlo, por tanto si algo no tiene nombre hay que inventarlo inmediatamente”
Le preguntaron: ¿en vuestro Reino etiquetáis también a los seres humanos?
«No es necesario esforzarse mucho en esa labor porque los seres humanos ya estamos etiquetados. Nuestros padres y educadores nos adjudican definiciones desde que nacimos que en pocos años están absolutamente pegadas sobre nuestro cuerpo. Algunas las conoces: nombre de pila, apellidos, raza, nacionalidad, sexo, religión, ideología política, títulos académicos y un larguísimo etc.
En cualquiera de los Reinos estarás etiquetado. Otra cosa distinta será cómo lo vivas personalmente. Lo realmente esperanzador de todo este asunto es que las etiquetas mienten»