¿Sacrificarse o no sacrificarse?, esa es la cuestión
Sacrificarse, si, cuando entre dos valores incompatibles en un momento dado, nos vemos obligados a optar por el más prioritario. Sacrificamos deseos, satisfacciones, hábitos, relaciones… para decidirnos por otros que tienen mayor rango en nuestra escala de valores.
El fragmento de un anuncio publicitario de la radio decía así: “¿Por qué elegir si lo puedes tener todo?”. Y suena tan bien ese mensaje, tan revolucionario entre otras consignas aprendidas en la educación religiosa de muchos de nosotros que hacen elogio al sacrificio, que podemos hacer de él un lema. “¡Tenerlo todo!, ¿hay algo mejor en esta vida?”.
No se trata del sacrificio por el sacrificio, pues ello potenciaría el valor del sufrimiento, como si ese fuese el sentido primordial de nuestra existencia, quizás porque desde una cultura judeocristiana se ha considerado que transitar por un “valle de lágrimas” es el medio para conseguir el pasaje para el “Paraíso”. ¿Qué otra cosa hay más primordial que asegurar un divino eterno descanso para nuestra alma?
A veces la vida, nuestra senda de vida, o nuestra ruta de evolución consciencial, nos sitúa en una encrucijada y hemos de decidir un camino sacrificando los beneficios que otorgaría el camino opuesto. Es ese el momento en el que tomar conciencia del orden jerárquico de nuestros valores. No el orden que nos dicta ningún personaje interno cargado de introyectos familiares, religiosos, sociales o culturales, sino desde nuestro Ser Esencial. ¿Qué camino tiene más valor para mí, aquí y ahora?
Desde la conciencia, optamos por el sacrificio a cambio de un bien mayor, los primeros pasos son los que más sufrimiento provocan, pues el premio conocido y a corto plazo tiene un poder reforzante y motivador mayor que el que dará lo desconocido y lejano. La confianza hará que sigamos adelante en el camino decidido, mientras el dolor disminuye y la satisfacción que otorga la coherencia interna entre lo que pensamos, sentimos, deseamos y hacemos, crece.
2 Comentarios
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Y quien nos dice que efectivamente si obtamos por el sacrificio en esta vida, seremos recompensados con la gloria de una vida eterna alabando a Dios?. Dios no necesita de nuestras alabanzas. Sería muy egolatra. El es perfecto y en el no caben esas debilidades. Y ademas quien ha venido a decirnos que eso es verdad? La Iglesia? La iglesia solo a dicho una sarta de mentiras y nos ha vendido miedos desde nuestra infancia. Siempre manipulandonos para que vayamos como borregos al matadero sin decir nada. Y no nadamas la iglesia, Todas las religiones. Basta! Nadie sabe realmente de donde venimos ni a donde vamos.Esa ES La Verdad. Triste pero asi es.