El periodista que llevamos dentro.

El periodista que llevamos dentro.

¿Conocemos a nuestro periodista interior? Deberíamos investigar sobre nosotros mismos para descubrirlo.

Tuve un maestro entre los diez y los catorce años que dedicaba los primeros minutos de la jornada a repasar las noticias del día. Los alumnos debíamos buscar y redactar noticias del día anterior, de la prensa, radio, televisión, etc. Siguiendo un orden completamente aleatorio que improvisaba íbamos leyéndolas, una por alumno, prestando atención para no repetir ninguna que ya hubiera sido leída por otro compañero. Cuando todos habíamos intervenido una vez dejaba libertad para que acabaran saliendo aquellas que se habían quedado en el tintero.

El maestro podía interrumpir aquel noticiario para matizar, completar o corregir algunas de ellas. Por ejemplo: “Ayer murió un hombre”… Al margen de que puede no tener ningún valor como noticia porque cada pocos minutos muere alguien en el mundo, en ningún caso será noticia si no especificamos quien era ese hombre, dónde murió y de qué. Con él también aprendimos la diferencia entre información y opinión. El periodista debe contar todo sin callarse nada. Otra cosa distinta es la interpretación que cada cual puede hacer de lo que ha ocurrido y ahí está la opinión.

Pocos años después otra profesora nos instó a buscar la misma noticia en periódicos de tendencias ideológicas dispares. Todos podíamos ver que la misma noticia, según quién la contara, sonaba de forma muy diferente. Y eso sucedía porque entre otras cosas en la noticia había mucha más opinión que información. Era fácil deducir que el periodista en prensa, o en cualquier medio, se ve forzado a escribir bajo unos parámetros lejanos a la libertad.

Otro maestro, más actual, nos invitaba a buscar periodistas que puedan hablar mal, o dar un mensaje que no coincida con la línea del periódico en el que escriben. Encontraremos muy pocos, decía… También alertaba contra la costumbre de leer, ver o escuchar solo aquello que nos gusta ya que generalmente seguiremos el sonido de una única campana.

Recuerdo al más lucido de mis maestros que lanzaba una atronadora carcajada en cada ocasión que alguien le preguntaba sobre el periódico más objetivo y veraz, o sobre el mejor informativo en radio, televisión, internet, etc. La risa era su respuesta.

Volvamos a nuestra búsqueda inicial. Vivimos en un planeta en el que hay tantos periodistas como habitantes y siete mil millones son demasiados para tratar de clasificarlos. Lo que podemos intentar es un ejercicio mucho más generalista, para encontrar algunas de las características de nuestro periodista interior: (Es muy difícil identificarse absolutamente con uno de los grupos, la mezcla y los matices siempre son infinitos)

-Periodista impulsivo y rápido, suele ser el primero que llega hasta la noticia. En la actualidad cubre las noticias locales, y de vez en cuando los deportes, pero es la novedad lo que lo mueve ya que se aburre con facilidad.

-Periodista más lento y tranquilo. No consigue grandes titulares. Le interesa la naturaleza, la belleza y en general todo lo terrenal. Lo han colocado trabajando en reportajes para el suplemento dominical del periódico. Hace buenas fotografías.

-Periodista abierto a las infinitas posibilidades. Informa de todo, al margen de la moralidad, no se calla nada. Su curiosidad es infinita, en pocos meses ha pasado por distintas secciones, parece querer probarlas todas. Es un buen divulgador pero su fuerte no es la profundidad.

-Periodista que escribe desde la seguridad de su hogar o en un despacho confortable. Allí encerrado está lógicamente bastante limitado. En el periódico cubre las secciones más rutinarias como agenda, programación de televisión y cartelera. También tiene artículos sobre nutrición y hogar.

-Periodista que tiene un tono deslumbrante en sus escritos o puestas en escena. En la sección de cultura cubre las noticias sobre cine, teatro y música. También las notas de sociedad porque está en muy buena relación con el mundo de las celebridades.

-Periodista que por encima de todo trata de ser útil. Separa y discrimina lo que es noticia de lo que no lo es. Desde siempre ha trabajado situado en la sección de portada, es el encargado de la selección de las noticias más importantes del día y del índice.

-Periodista que trabaja sobre temas en los que se necesita mucha diplomacia. Se mueve sin dificultad entre opciones opuestas y salta alegremente entre ellas. Actualmente trabaja en la sección de política y no hay duda de que mantiene buena sintonía con todo el arco parlamentario.

-Periodista apasionado que le gusta el campo de batalla. Es un buen reportero en conflictos internacionales y se mueve como un pez en el agua en guerras abiertas. Ahora cubre la sección de sucesos en la sección de sociedad. Siempre atento a todos los detalles, como un buen policía.

-Periodista con carnet de partido. Antes trabajó como jefe de prensa de un partido y los mensajes repetitivos parece que han acabado afectándole. Es un columnista algo dogmático y a veces trabaja como tertuliano en televisión en debates muy polarizados.

-El periodista serio. Al que le gusta profundizar y que aquello sobre lo que escribe tenga una poderosa estructura. La editorial suele llevar su firma. Actualmente supervisa varias secciones del periódico para que todo esté en su sitio. El sentido del humor no es su fuerte.

-El periodista libre. Hace tiempo que rompió con las rigideces y las normas que consideraba caducas. Trabaja con las nuevas tecnologías, ahora desde un blog que está enlazado con el periódico y con otras iniciativas siempre muy originales.

-El periodista sensitivo. No trabaja como los demás, sólo sigue su instinto allá donde pueda llevarlo. Le gusta trabajar sobre cosas que no son medibles ni cuantificables.

(Esta clasificación es una forma lúdica de observar a nuestro periodista interior -Mercurio- en función de su posición por signo) 

Plano sin fin

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