Cristóbal Jodorowsky: Los primitivos hacían rituales por una razón muy precisa: los rituales facilitan los cambios para que las cosas no se repitan. Está escrito en nuestra mente la necesidad de hacer rituales para permitir los cambios…
¿Qué hacen los reptiles?
El reptil va de la tierra al árbol y del árbol a la tierra, porque eso le ayuda a mantenerse vivo. Si tienen un camino seguro lo utiliza y nuestro cerebro primitivo hace lo mismo, repetir caminos conocidos porque es la parte de nuestra mente que se ocupa de mantenernos vivos. Nuestras familias nos enseñan caminos de comportamiento y lo seguimos, repetimos y repetimos para mantenernos vivos. Repetimos situaciones, estructuras emocionales, accidentes, fechas, nombres, muertes… y vamos a lo seguro.
¿Cómo romper con la rutina establecida?
El psicoritual despoja al cerebro de las cargas pasadas y le permite vivir realmente en el presente. Porque nosotros no vivimos generalmente en el presente, vivimos en el pasado. Estamos proyectando continuamente el pasado en el presente, como en una pantalla de proyección. Estamos viendo la película del pasado en el presente.
Un ejemplo de cómo funciona este mecanismo…
Hay que tratar al toro, no matarlo, no eliminarlo, abrazarlo, danzar con él. De lo contrario, viene y te ataca, porque en el fondo es un niño que necesita cariño, necesita atención. Es la parte más animal de ti que está furiosa y sólo hace repetir y repetir. Te viene a atacar para que despiertes.
¿Qué es lo peor que puede sucederle a nuestro cerebro más primitivo, el reptiliano?
Lo más terrible para este cerebro es ser excluido de su clan, por eso obedece a sus leyes. Ser excluido, en esta dimensión primitiva, significa la muerte, vagar en la jungla y ser devorado por los animales.
¿Siempre hay que plantar algo al final de un acto psicomágico?
En estos actos es muy importante plantar una planta, porque del dolor nace algo bello, algo que perfuma el mundo.
La metáfora, como en los sueños, es como un puente entre el mundo racional y el no racional. Somos metafóricos, soñamos la mitad de nuestra vida.
Yo me llamaba Axel que es un nombre como Alejandro y eso era terrible, porque me producía conflictos de identidad. Me comportaba como mi padre delante de mi madre porque era ella la que me dio el nombre para complacerlo. Me vi obligado de alguna manera a representar su papel. Esto me llevó a decidir cambiarme el nombre. Me enterré en la tierra y dije “hoy va a morir Axel y va a renacer Cristóbal”. Al principio les costó llamarme por mi nuevo nombre, se demoraron dos años, porque de alguna manera te identifican con tu nombre.
Si te cambias de nombre, si te transformas, es como una muerte para ellos también.
La familia actúa así: te reencarnas a través de una idea, en una estructura emocional, te marcan y te educan para que transmitas y así los haces inmortales. Es un instinto de vida. Uno es el depositario de los otros…