
-¿Prisionero?
Era como un camaleón que sabía adaptarse perfectamente a su entorno, siempre cambiante, para pasar desapercibido. Incluso cuando se mostraba, lo hacía desde determinado punto de vista, siempre de forma parcial. Escondía una personalidad poliédrica de la que los otros apenas lograban vislumbrar pequeños fragmentos. Había aprendido a moverse sin ser visto usando una capa de invisibilidad que tejió durante su infancia. El miedo a mostrarse es lo que lo convirtió en prisionero.
-¿Por qué tanta precaución? preguntaban sus más íntimos allegados. No eres un agente doble trabajando para los aliados en la Gran Guerra, y sin embargo prefieres no dar ningún dato relevante sobre lo que te gusta, lo que haces, lo que sientes…
Respondió: “En realidad, y aunque ahora ya no sea necesario, todo esto lo hago para preservar mi libertad”