
Lo llamaremos «secreto» por ser interior y por tanto accesible sólo para el propio individuo. Cultivarlo podría servir para no perder el contacto con la realidad, con lo que captamos con todos nuestros sentidos al completo.
Somos muchos los que hoy vemos el mundo a través de pantallas que impiden percibir los olores y nos desconectan del tacto entre otras tantas cosas. Esta visita al jardín que tenemos dentro, real a todas luces, puede equilibrar el peso cada vez mayor de la tecnología en nuestras vidas y resultar una buena terapia para los excesos.
No hemos olvidado que tenemos cuerpo, sin embargo parece que tratan de vendernos que somos sólo imagen…Con este ejercicio abriremos un pequeño espacio (que cada cual deberá modelar según sus propias necesidades) para permitirnos recordar que de momento seguimos viviendo en la Tierra.
Algo tan simple como pasear por el campo, regar unas macetas, practicar ejercicio al aire libre, percibir como cambian los colores en las estaciones, o disfrutar de las fragancias florales en espacios abiertos pueden ser solo unos pocos ejemplos.
En realidad lo que te propongo es que te asomes a la belleza que anida en algún lugar de tu interior. Seguramente lo descubrirás afuera, pero como reflejo de lo que ya tienes dentro.
La reflexión, personal e intransferible como la vida misma que planteamos, es que descubras cómo es, o cómo percibes, tu jardín interior.