«Percibimos a las personas como si su vida empezara al nacer, cuando la realidad es que empezó nueve meses antes. Hasta tenemos la costumbre de contar nuestra edad a partir del parto, ignorando nuestra primera etapa vital por completo. Ahora bien, la ciencia sabe desde hace décadas que entre un 10 y un 20 % de los embarazos empiezan como un embarazo múltiple, de mellizos o gemelos, trillizos o cuatrillizos. Pero la gran mayoría se pierde durante el embarazo, sobre todo en los primeros tres meses. Se habla del “gemelo evanescente” porque no deja rastro físico. Pero deja una fuerte impronta en su hermano que finalmente nace solo. Normalmente son dos experiencias: la de una relación amorosa en simbiosis, seguida por la pérdida al presenciar la muerte de su gemelo desde muy de cerca. Hay que entender que para un gemelo su primera relación en vida no es con su madre, sino con su gemelo. Estas vivencias dejan huellas emocionales y psicológicas en el gemelo solitario y marcan su guión de vida.
Si alguien con permanentes sentimientos de soledad, tristeza y culpa, acompañado por la sensación de que siempre algo o alguien falta, después de años de terapia no ha notado una mejoría significante, entonces podría ser que fuera un gemelo solitario y que su proceso de terapia simplemente no ha dado en el clavo.»
Peter Bourquin en una entrevista
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