¿Qué es lo peor que podemos hacer?
Ser crueles: dañar por placer. La vida ya conlleva dolor, ¡no añadas más!
Sin querer dañar, podemos dañar.
Eres amo de tus palabras y silencios: aprende a evitar palabras o silencios que dañan.
¿Y el mejor modo de hacer algo bueno?
Persistir: héroe es quien cae… y vuelve a levantarse. Repetir, ¡eso es triunfar! “El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”, dijo Churchill.
¿Y qué es el fracaso?
No comunicarse. ¿Qué nos pasa? Que muere alguien cercano y nos lamentamos: “No le dije que le quería”. ¡Gran fracaso! Conversa, comunícate. No comunicarse es fracasar.
Un caso real: una señora recibe la visita de una hija en su casa, y esta le abre una ventana para echar un moscardón, y la señora dice: “¡Déjalo, me hace compañía!”.
¿Cuál es el antídoto de la depresión?
Cultivarse a uno mismo, dedicarse tiempo, hacer algo útil, ilusionante.
¿Somos libres?
Una piedra que cae al vacío… ¿es libre? No: la atrae la gravedad. Somos como esa piedra.
La libertad es una dimensión poética, metafórica. No existe a escala humana: ¿acaso podemos pensar el universo o sentir lo que queramos? Queremos ser libres, pero lo somos muy limitadamente. Luchemos por defender esa modesta libertad: sus límites son trampolines, son nuestras posibilidades.
Deme ejemplos de límites.
La democracia es un límite, la educaciónes un límite, la familia es un límite, la ética es un límite… creados como palancas de nuestra libertad, desde la que obrar bien o mal.
¿Y en qué consiste obrar bien?
Ejerciendo esa modesta libertad y con responsabilidad, actuar en favor de la vida. Ser buen padre, por ejemplo, consiste en hacer que tu hijo sepa que puede confiar en ti.
Extracto de una entrevista con Norbert Bilbeny, filósofo