Concentración: contrario a la distracción que popularmente asociamos al enamoramiento, cuando nos encontramos en este estado liberamos dopamina, sustancia que favorece la concentración mental, la determinación y la creatividad.
Ojos: Cuando miramos a alguien de quien estamos enamorados, nuestras pupilas literalmente se dilatan.
Temperatura: Testimonios de personas enamoradas apuntan a que en el clímax del enamoramiento la temperatura corporal aumenta.
Dolor: el enamoramiento actúa como analgésico contra el dolor físico (y emocional), pues activa el sistema de recompensas gratas en nuestro cerebro.
Piel: los capilares subcutáneos se expanden (por eso es fácil que nos ruborizemos).
Problemas cardiacos: el enamoramiento puede reducir la presión sanguínea y por lo tanto reducir la posibilidad de un paro cardiaco.
Estómago: El contacto con la persona a quien amamos envía señales a nuestra corteza insular y hace una conexión entre nuestro cerebro y vientre (por eso lo de “mariposas en el estomago”).
Estrés: Estar junto a “esa persona” ayuda a reducir el estrés y disminuye nuestros ritmos cardiaco y respiratorio. Además, su abrazo disminuye la presencia del cortisol, la hormona del estrés.