Diálogos absurdos

Diálogos absurdos

-Toma esta bandera y defiéndela. Explica en un minuto a toda la audiencia lo que significa. Ten claro que cada uno de tus compañeros a continuación defenderán las suyas.

Dijo: No quiero llevar, ni mucho menos defender ninguna bandera. No lo haría ni con la educación, que es a lo que me dedico (donde pongo el máximo esfuerzo) y lo que me da de comer.

-¿Por qué no? Parece una gran oportunidad…

Creo que hacer proselitismo es un camino que no conduce a ninguna parte. Y además un programa de televisión de debate suele ser puro espectáculo.

-Siempre puedes aportar contenidos de profundidad y cosas valiosas.

No importa el contenido, lo que importa es el grado de polarización de los personajes que intervienen. Todos saltando como niños sobre el mismo charco. La gracia es ver quién consigue «salpicar», pero donde al final todos queden manchados.

-Eso nunca sucederá si el debate está correctamente dirigido.

En la televisión todos deben comportarse como «personajes». Para que den juego deben ser elegidos bajo la premisa de cero seriedad y ser generadores de mucha tensión emocional.

-¿Qué hay de malo en hacer él payaso?

Hacer el «payaso» frente a una audiencia numerosa puede llevarte a vivir en un circo en el mejor de los casos, y a un manicomio en el peor.

-¿Qué hay detrás de todo esto?

La audiencia es el objetivo final. Suele ser directamente proporcional a la confusión, al ridículo y al absurdo que consiga generarse.

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