Desde esta pequeña porción de cosmos que me permiten percibir mis sentidos, pseudo-anestesiados por los dogmas de una cultura que naturaliza las generalizaciones e invisibiliza las subjetividades de una realidad mas allá de lo que vemos, hay un alma que pulsa y busca manifestarse a cada paso.
Pero, entonces ¿Qué es la realidad? En este cruce entre lo que veo y lo que siento, ¿que lecturas de lo que ocurre van tallando esta imagen que percibo de mi? ¿Cuáles son los choques con la forma social pactada que me estructuran? ¿Por qué me veo fragmentado? ¿Qué estoy negociando entre mi personalidad y mi esencia?
¿Que ves cuando me ves? Dice el titulo de una canción y un alma que se siente llena de subjetividades. En esa duda que nos plantea la pregunta está también el hecho de saber que la imagen percibida por el entorno es mucho menos de lo que soy y de aceptar que soy mucho más de lo que muestro. Es una manera de intuir una respuesta que se escapa a esa pregunta tramposa que es, ¿Quién soy? Porque de poderse saber ¿que se sabría? De poderse decir, ¿Qué se diría?
Somos esto, un alma que arde en preguntas, en un mar de almas, que golpea con su oleaje al conjunto de imágenes y objetos que entendemos por mundo. Somos eso, una fuerza misteriosa, que en el subir y bajar de las mareas va puliendo hasta la más dura de las rocas en blanca arena.
Somos, el ansia de ser, eso que llamamos amor, que nos conforma y nos excede.
Mi nombre es Érica Valeria Peters, nací hace 41 años en el seno de una familia de campo de la llanura pampeana. No sé si fue el desconcierto geográfico, las horas mirando el horizonte o la biblioteca que me lego mi madre lo que genero este carácter reflexivo, pero lo concreto es que disfruto dándole una segunda mirada, un intento de capitalizar una enseñanza en todo lo vivido.
Me dedico a realizar terapias de Armonización Energética y Restauración Áurica, además, junto con un amigo, realizamos encuentros de reflexión y trabajo consciente, sobre el poder simbólico del lenguaje, los pensamientos y las emociones.