Despertares

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Alicia descubrió una sexualidad volcánica de la mano de Jack y Flora. Y le complació. Varias piezas deslavazadas de su interior empezaron a encajar. Y el día que Flora, furiosa por tampoco sabía muy bien el motivo, le gritó en medio de una enloquecida discusión :

- ¡Bueno decídete, eres hombre o mujer!

Iba a contestar pero se le hizo un nudo en la garganta, y no precisamente de llanto. La imagen de su amiga, medio desnuda corriendo por la pequeña alcoba quedó paralizada en su mente. Le pareció como si de pronto hubiera salido de allí y en el aire hubiera quedado la foto fija de su amiga, como cuando miras algo deslumbrante y cierras los ojos lo sigues viendo pero sin movimiento, solo una imagen retenida de lo que viste. Fue la primera que despertó, que recordó quien era y de donde venía. La frase de su amiga resonó como un ronquido lanzado hacia un túnel sin fondo y como si fuera rebotando en las rugosidades de las paredes. Y en uno de esos rebotes le volvió una frase similar: “Esta niña es un chicote, no es nada femenina, no parece una chica”.
El acento castellano, el timbre de voz, la contundencia implacable; la voz de su padre. Esta vez sí que tuvo que cerrar los ojos para ocultarse de aquella voz, como si cerrando los párpados nadie fuera a verla. Temblaba de pies a cabeza.

- ¡Alicia, cielo, qué tienes! ¿Qué te pasa? No quería decirlo, te aseguro que no sa lo que decía… - su amiga se puso a temblar lambien porque iba a abrazarla para disculparse mejor pero al verla en aquel estado sus brazos quedaron temblando rígidos en el aire. – Alicia, dime que te ocurre – sollozó.

Alicia se derrumbó en la silla que tenía cerca como un sacó casi vacío. Ella tampoco sabía qué había ocurrido, y en sus oídos tardó mucho rato en disiparse el eco de aquella voz de trueno. Aquella voz tantas veces temida y mucho más odiada.

- No es por ti… - logró balbucear al cabo de unos minutos. – ni mucho menos. De no haber sido por ti no sé qué hubiera sido de nosotros.
- Qué dices, mujer, no es para tanto.

Juan Trigo, en el capítulo 6 de su novela “Tierra”

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