Preguntó: ¿Un maestro ha de ser duro y debe ejercer un férreo control sobre su alumnado?
-No. Ha de saber cuándo ser duro y cuando flexible, cada instante es distinto. El exceso de seriedad y rigidez son propios de la muerte. La enseñanza forma parte de la vida.
¿Lo fundamental del maestro es su gran erudición?
-De qué te servirá su erudición si sólo habla para sí mismo. Si ninguno de sus actos o palabras te mueven o te despiertan será un maestro inútil para ti.
¿Pero no dicen que un buen enseñante sabe mucho y cuanto más sabe mejor es?
– Él sólo es un guía que conoce una parte del camino –nunca todo el camino- y puede orientarte desde su experiencia. Intentará ayudarte pero tu trabajo como alumno es superarlo, ir más lejos de lo que él fue.
¿La simpatía y el trato personal resultan imprescindibles en la enseñanza?
– No. La simpatía sólo es un ingrediente que debe ir acompañado por otras características mucho más importantes.
¿Se refiere a la bondad?
– La bondad puede ser una maravillosa actitud, sin embargo todavía hay algo que la supera.
¿Qué puede superarla?
-La capacidad para ver –o intuir- el potencial dormido del alumno. Su función como enseñante no es ni abrir ni cerrar puertas, pero sí puede indicarte dónde están para que te levantes y las abras por ti mismo.
¿El maestro lo es para toda la vida?
-El verdadero maestro nunca dejará que te apegues a él. Incluso puede que te despida con malos modales para que sigas tu camino cuando el trabajo esté terminado.
¿Otros maestros nos esperan…?
-Sin duda. Hasta que descubras el maestro más importante, ese que has llevado oculto en tu interior desde el día que naciste.