Dalí y la herencia familiar

Dalí y la herencia familiar

Cada día me convenzo más de que desarrollamos nuestra vida de acuerdo a un guión interno dictado en gran parte por nuestra familia de origen. Tradiciones, lealtades, secretos, prohibiciones, nombres que se repiten, son algunas de la maneras que tiene el árbol familiar de sobrevivir, de no extinguirse como clan. Hay árboles en los cuales las mujeres no pueden realizarse socialmente mientras que en otros los hombres se vuelven pasivos o se ausentan, lo cual conduce a  las mujeres a  realizar ambos roles.

Si revisamos cualquier árbol genealógico nos encontraremos con una serie de repeticiones; heridas que no cicatrizan y que siguen expuestas, síndrome de aniversario (recrear situaciones vividas por nuestros ancestros usando la misma fecha en la cual ocurrieron), abusos, enfermedades, pérdidas, etc. Nuestra historia familiar se transforma en un peso que nos restringe y del cual debemos liberarnos para realizarnos como individuos.

Un buen ejemplo de esto es la vida del artista surrealista Salvador Dalí. Repasando su biografía me encontré con algunas curiosidades que me gustaría compartir con ustedes.

Nueve meses antes del nacimiento de Salvador Dalí, fallece de un catarro gastroenterítico infeccioso su hermano, el primero que fue bautizado con el nombre Salvador y en quién sus padres habían puesto todas sus expectativas. Felipa Domenech, madre de Salvador, se sumerge en una honda depresión debido a la pérdida, la cual se ve aliviada con la llegada de un segundo hijo gestado durante el duelo. Cuando Salvador cumple los cinco años de edad sus padres lo llevan a la tumba donde su hermano estaba enterrado y le dicen que él es su reencarnación. Esto marca profundamente al pequeño Salvador quién crece convencido de ser una copia del primogénito. La familia destacó una precoz inteligencia en el primer Salvador, no tanto así en el segundo que, en sus propias palabras desarrolla una notoria capacidad de reflexión.

El abuelo paterno de Salvador, Gal Dalí, era un fabricante de corchos que perdió de la noche a la mañana una importante suma de dinero y enloqueció. Hacía un tiempo que se había despertado en Gal una tendencia paranoica a denunciar a personas con altos cargos que, según él, lo perseguían. Cuando se extinguió su fortuna se lanzó de cabeza desde la altura de un edificio a un patio interior muriendo al instante. Años más tarde, Salvador Dalí elaboró el “método paranoico crítico”, que definió como la capacidad para percibir vínculos entre objetos que racional o aparentemente no se hallan conectados. Es interesante el enlace entre la paranoia que Gal había padecido y el método que Dalí con tanto ahínco defendía.

Cabe destacar que acá hay un enfoque constructivo de la locura por parte del genio del surrealismo. Dalí la utilizaba de manera consciente y controlada para concebir obras espontáneas, libres de contaminaciones racionales. Yo ilustro esto de la siguiente manera: una persona que cuenta con una destreza heredada o no para manejar cuchillos puede convertirse en un asesino, en un carnicero o en el mejor de los cirujanos.

Otra de las conocidas obsesiones de Dalí fue Helena Dimitrievna Diakonova, mejor conocida como Gala quién fuera no solo su esposa, sino que también su columna vertebral, la sal de su vida, su musa inspiradora.

¿No les parece a ustedes, queridos lectores, que el nombre Gala es un eco de Gal, el abuelo de Dalí?

Si pretendemos obtener un mayor conocimiento de quienes somos creo necesario saber quiénes no somos. Analizando nuestra biografía familiar y trabajando sobre ella podremos dar grandes pasos en el camino que nos conduce a nuestra bella autenticidad, camino que será alfombrado por nuestros ancestros si logramos integrarlos amorosamente dándoles sitios privilegiados en nuestra historia personal.

Álvaro Santi

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