
Se propuso publicar un artículo diario que fuera de carácter “incendiario”.
Se podría objetar con razón, que eso ya existe. Que algunos comentaristas y escritores se dedican a provocar emocionalmente a sus potenciales lectores buscando agitar y generar audiencias siguiendo caminos cada vez más alejados del periodismo tradicional. (E incluso se trataba de un recurso que funcionaba porque nadie parecía ser capaz de distinguir la opinión de la información)
¿Cuál sería el sentido de provocar “incendios” emocionales, intelectuales, creativos, etc. en nuestra sociedad de consumo? Estaba claro que no era la de censurar, controlar ni etiquetar. Más bien la de tratar de encender una luz interior. En los incendios -aunque sean controlados- siempre hay algo que se quema y ese combustible genera luz y calor.
Firmó un acuerdo consigo mismo ajustándose a los siguientes principios:
-Escribiré siempre sobre lo que considere oportuno, cuestiones que inevitablemente podrán estar conectadas con mis necesidades.
-Dejo claro desde este instante que la forma de comunicar no seguirá ninguna linea editorial y que lo que cuente estará basado enteramente sobre mi experiencia personal.
-Aunque la actitud siempre será de servicio me impondré total libertad creativa.
-A “los otros” los consideraré como un reflejo de mi mismo tanto para lo negativo como para lo positivo. Hablar de ellos supondrá también hacerlo de la pareja con sus necesidades e incluso de aquellos enemigos abiertos que provocan crecimiento en uno mismo.
-En cada ocasión que me refiera “al Mundo”, lo estaré haciendo al que percibo a través de mis sentidos y que no coincide con ningún otro Mundo conocido (Ni mucho menos el que tratan de vendernos los informativos en televisión)
PD: Con la luz que se genere tal vez cada cual, si así lo desea, podrá observar su Mundo interior -reflejo del que hay afuera- ¿Qué otra cosa se puede hacer?