Alejandro Jodorowsky: La perfección espiritual sólo se logra a través de un trabajo continuo. Se necesita una gran fuerza de voluntad para convertir los vicios en virtudes… Una pareja humana perfecta es un diamante que fue pulido con dedicación y conciencia. La adecuación de dos espíritus es una labor lenta, tan difícil como maravillosa. No se puede encontrar al ser ideal sin darse el trabajo de merecerlo. Esta fábula puede ser útil:
Un matrimonio tuvo dos hijos gemelos. Uno de ellos nació robusto, el otro débil. Como al más fuerte todo le resultaba fácil, se dedicó a holgazanear. El enclenque, luchando contra sus limitaciones, estudió con la esperanza de llegar a defenderse en la vida. Un día se supo que en una región montañosa abundaba el oro. El estudioso reunió las economías que tenía, se despidió de sus progenitores y se fue a las montañas. Su hermano, preocupado en llegar a ser campeón de billar, no le prestó mayor atención. Pasó el tiempo. El estudiante, sin arredrarse por los vendavales, las lluvias penetrantes, las amenazas de fieras y la escasez de agua y alimento, trabajó sin cesar limpiando las pepitas que encontraba. Regresó a su hogar enormemente rico. Su hermano, muerto de envidia, le dijo: «¡Yo también quiero triunfar: es tu deber decirme donde está el oro!» El empeñoso luchador no era egoísta: le dio un mapa de la región y además le proporcionó el dinero necesario para el viaje. Sin detenerse a agradecer, el holgazán se lanzó en busca del codiciado metal. Al llegar a las montañas lo primero que hizo fue hacerse construir una confortable cabaña y llenar la despensa con todo tipo de vituallas. Cuando hacía demasiado calor o frío, se quedaba sin salir, oyendo música. Un día, por una gran casualidad, encontró un yacimiento de oro. Escarbó excitado y extrajo muchas pepitas. Su alegría se transformó en odio. «¡Qué suerte tiene mi hermano: su oro es brillante, amarillo, hermoso! ¡En cambio el mío está cubierto de mugre! ¡Me dan asco estas pepitas tan sucias!» Y arrojando lo que había encontrado, volvió a la ciudad con las manos vacías.
Los países no se hacen grandes solos. Cada ciudadano debe darse el trabajo de eliminar lo corrupto para que surjan los valores.
El placer de pensar