«Era un cacique del pueblo Tao, un hombre inteligente de entre cuarenta y cincuenta años. Se llamaba Ochawia Biano (Lago de Montaña). Pude hablar con él de un modo como raramente he hablado con un europeo. Evidentemente estaba preso en su mundo, como un europeo lo está en el suyo, pero ¡en qué mundo!
«–Mira, –decía Ochawia Biano–, lo crueles que parecen los blancos. Sus labios son finos, su nariz puntiaguda, a sus rostros les desfiguran y surcan las arrugas, sus ojos tienen duro mirar, siempre buscan algo. ¿Qué buscan? Los blancos quieren siempre algo, están inquietos y desasosegados. No sabemos lo que quieren. No los comprendemos. Creemos que están locos.
«Le pregunté por qué creía que todos los blancos están locos. Me respondió:
«–Dicen que piensan con la cabeza.
«–¡Pues claro! ¿Con qué piensas tú? –le pregunté.
«–Nosotros pensamos aquí, dijo señalando su corazón.
«Quedé sumido en largas reflexiones. Por vez primera en mi vida, me pareció que alguien me había trazado un retrato auténtico del hombre blanco… Este indio había acertado nuestro punto vulnerable y señalado algo para lo que somos ciegos.»
4 Comentarios
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Buenos temas,interesantes. Me alegró encontrarlo. Gracias por publicarlos.
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Demasiado breve .
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Justicia para Ochawia con una buena foto suya! No cualquier persona sorprendía a este gran médico !
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muito bom e quanta sensibilidade tinha esse índio