ENAMORADO CONFUSO CONSULTA:
He caído y no sé cómo levantarme… lo intenté todo: especialistas, desahogos con mis amigos, pero no he resuelto absolutamente nada… Conocí a una chica: tras observarla, invitarla a salir, nos vimos por un poco de tiempo, yo me sentí terriblemente chalado y feliz como nunca, tanto que le pedí que las cosas se hicieran más seguras y que nos juntáramos. Inmensa alegría viendo que ambos queríamos lo mismo. Viví plenamente el primer mes, hasta lo celebré con una alegría inimaginable, viví cada momento más allá de la percepción normal, lleno de amor e interés por todo y de ganas de vivir… Una mañana, me levanto y me siento vacío, triste, solo. Me molesta la idea de que ya no la amo: ¿así, de repente?… Tras estas primeras señales, seguí viviendo momentos de gozo enorme con ella, pero las “voces interiores” eran cada vez más fuertes. Empecé a perder la percepción de todo, familia, amistades, pasiones… pero, sobre todo, del amor por ella. Empecé a perder la felicidad, ya no vivía momentos tan hermosos… a veces hasta sentía fastidio, y el deseo que ella NO existiera… Después, se asomó una visión distorsionada de las cosas: la veía a ella en otras mujeres, no me reconocía ni a mí mismo, y una voz cada vez más insistente me decía que la dejara para liberarme… Pero yo NO QUIERO. Quisiera volver a verla como la veía antes, volver a vivir los momentos como los vivía antes, sin ansiedad ni dolor, sin miedo, sin “deformaciones”… Pero no la reconozco, casi como si no fuera la misma que amaba. ¿Es que la idealicé demasiado? Y ¿qué es lo que me hace estar tan mal cuando sigo viviendo mi vida con ella a mi lado?… Estoy desesperado. Este mail está confuso porque YO estoy confuso, porque desde hace un tiempo no entiendo un pito.
ALEJANDRO JODOROWSKY RESPONDE:
Querido Enamorado Confuso, toda relación de amor tiene una raíz neurótica. Siendo niños, normalmente, tenemos deseos incestuosos hacia nuestros padres, y si somos un hombre, con más intensidad hacia nuestra madre. Es lo que Sigmund Freud llamó «Complejo de Edipo». Si todo se desarrolla bien, al crecer deslizamos estos deseos hacia otras mujeres y a aquello lo llamamos «amor». Si la madre, como seguramente es tu caso, por razones diversas, en un momento aleja a su pequeñuelo de ella, este guarda en su corazón una herida que tardará muchos años en cicatrizar. El niño herido, decepcionado, colérico, permanece en el inconsciente del adulto y cada vez que este decide emparejarse con una mujer, toma posesión de su mente y le hace revivir los sentimientos infantiles de abandono. Tú experimentas un delirio proyectivo: las mujeres de las que te enamoras, son sólo pantallas donde proyectas a tu madre. Para que economices algunos años de psicoanálisis, te propongo el siguiente acto psicomágico: De una fotografía, recorta la cara de tu madre y agrándala hasta su tamaño normal. Hazle agujeros en los ojos, transformándola en una máscara. Duerme cada noche con esa máscara materna debajo de la almohada. Cuando encuentres a una mujer que te conceda sus encantos, como por juego, pídele que se desnude y se coloque la máscara. Entonces, deja salir tus sentimientos dolorosos de abandono y rabia, llorando estréchala en tus brazos y haz el amor con ella. Justo antes de eyacular, quítale la máscara y, mientras lanzas tu esperma, haz trizas esa fotografía. Después del coito, recoge con tu amante los pedazos, ponlos en una maceta, cúbrelos con buena tierra y siembra una planta de interior que harás crecer, colocándola en tu dormitorio.