¿Cómo superar la adicción a la comida? Acto psicomágico de Alejandro Jodorowsky

¿Cómo superar la adicción a la comida? Acto psicomágico de Alejandro Jodorowsky

Problemas de Verónica:

Tengo 38 años, pareja 18 anos mayor y una hija de 15 que amo con todo mi corazón. Ya no quiero tener adicción a la comida, mi espacio mental es ocupada por las frases: «¿Como o no como?» , «¡Quiero comer!» Siento un vacío existencial por no haber sido deseada. Mis padres no pudieron verme, pasé invisible a pesar de mis pataletas y llamadas de atención. La falta de amor y contención de parte de mi madre me dejó a la deriva. Y mi padre, que no me vio como una niña linda ni después como mujer, jamás me mostró el mundo. Ahora tengo incontinencia urinaria nocturna, soy adicta a la comida y no sé llegar a mi finalidad. Siempre quise ser bailarina y sólo he bordeado la danza nunca, he entrado de lleno.

Respuesta de Alejandro Jodorowsky:

Verónica:
Si no desarrollas tu voluntad, es difícil que puedas escaparte de la trampa en la que vives. Hay unas palabras de Krishnamurti que te pueden servir: «Cuando el manantial esta encerrado bajo una poderosa capa de rocas, hay que cavar profundamente en la tierra, removerla para abrir el obstáculo y liberar la fuente. Pero para así cavar profundamente es necesario arrancar de raíz muchas cosas». Debes entonces, cavar en tu historia e ir al comienzo de tus problemas: darte cuenta que desde que estuviste en el vientre de tu madre, tu valor humano (el valor de cada nuevo ser humano es inmenso) fue reprimido. Dices: «Siento un vacío existencial por no haber sido deseada». Eso quiere decir que tus padres no querían darte la vida, para ellos llegaste como un accidente. Fuiste parida como si fueras un tumor del que hay que desprenderse. Tus padres no quisieron verte (tal vez deseaban un hombrecito, o no querían ser atados, o pensaban que una hija les quitaría tiempo, etc), y por esto te hicieron sentir que estabas vacía, que no tenías en lo profundo de tu ser el tesoro de la Conciencia, lo que llamo el Dios interior. Sin la atención de la madre, ni el interés del padre que te trata como una niña fea, que no te da el derecho de ser una mujer, que te tienen separada del mundo sin enseñarte los valores que contiene, ¿cómo podías darte cuenta de la hermosura de tu alma? Espiritualmente creciste como una huérfana. Así, perdida en el mundo, rabiosa porque tus protestas caen en la indiferencia de tus mayores, buscando algo a lo que aferrarte, algo que te de la sensación de existir, comienzas a comer compulsivamente. Tragas el cariño que tu madre no te ha dado, tragas la atención y el cariño que tu padre te niega. Aspiras a la belleza como algo inalcanzable, sin darte cuenta que la tienes en tu espíritu desde que fuiste engendrada: es tu alma la que puede danzar. Pero, con el desprecio abusivo con que te trataron, crees que no mereces estudiar la danza, es decir, desarrollar ti creatividad artística. Te casas con un hombre de 18 años mayor que tú. ¿Con el sufrimiento que padeces, crees que lo amabas, o buscabas no un hombre sino alguien que te tratara como padre? A los 23 años pares a tu hija. ¿Es ella un retrato de ti misma? ¿Le has evitado que repita lo que tú viviste? ¿A tus 38 años, te llena emocionalmente y sexualmente ese hombre de 56 años? Tu incontinencia urinaria te está diciendo que aún sufres por el abuso que cuando niña te hicieron tus padres. Tú tenías derecho a un mejor trato, a ser acariciada, amada, a ser enseñada a amarte a tí misma y a desarrollar tus capacidades artísticas, tu exquisita sensibilidad… Debes iniciar una revuelta, liberar tu rabia. Realizar un acto de psicomagia para acabar con la incontinencia y cesar de tragar el amor que no te dan. Ve a ver a tu padre y a tu madre, si están muertos ve a sus tumbas. Antes de encontrarlos, llena tu estómago con el máximo de comida. En presencia de ellos, o en el cementerio, vomita ante sus pies, o ante las losas, y luego orina
lanzando pujidos de satisfacción. Después , si están vivos, dale una cachetada a tu padre y otra a tu madre. Si están muertos, da latigazos sobre las tumbas. Cómprate ropa muy ajustada y toma clases de baile acompañada por tu hija. Convence a tu marido, si aún vives con él, que hagan una terapia juntos. Cava profundo, arranca de raíz lo que te impide ser tú. Destapa el manantial. Cámbiate el nombre. La existencia no es un vacío sino un lleno total.
¡Danzamos contigo!

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