Es frecuente que no encontremos a ningún maestro cuando nuestra disposición interior va a la búsqueda de novedades y entretenimiento. Si buscábamos “fuegos artificiales”, aunque sea inconscientemente, eso es lo que encontraremos.
Un maestro real nunca prometerá la Luna. Es probable que lo único que ponga encima de la mesa sea un trabajo serio y riguroso.
Por tanto la pregunta inicial debería ser: ¿Cómo sabré que lo que busco no es entretenimiento en vez de enseñanza?
La respuesta, la verdadera, está en nuestro interior -el único lugar donde se puede encontrar- y solo hay que escucharla.
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PD: Hay un millón de excusas que nos ponemos para no escuchar nuestra propia voz. O eso es lo que dicen en la jungla de los pingüinos.