La poderosa industria farmacológica y de investigación biomédica se guía sólo por la consecución de beneficios, cuantos más y más rápido mejor, y esa lógica se impone a menudo sobre la de la búsqueda de la salud para toda la humanidad.
¿Puede ser más concreto?
Desgraciadamente, sí. La investigación hoy se enfoca no a conseguir los medicamentos que más curen, sino los que más beneficios den y durante más tiempo. Y podría citarle muchos ejemplos.
¿No podrían curar y dar dinero?
Me temo que da mucho más dinero el tratamiento que cronifica una enfermedad que el que la cura. Por eso se invierte más en investigar las enfermedades que requieren medicamentos que se pueden vender durante años y no en los que curan de una vez.
¿Qué medicamentos?
Los antibióticos, por ejemplo, se han dejado de investigar porque curan en sólo una semana, aunque hoy los necesitaríamos más y mejores, porque los existentes ya no son tan eficaces como eran.
Es cierto que no salen nuevos.
En cambio, los medicamentos contra la artritis, por mencionar una de las dolencias más comunes y cronificables, se requieren durante lo que le quede de vida al enfermo y así pueden dar beneficios ingentes durante años. Y esos sí se investigan mucho.
Parece mentira que decir eso sea políticamente incorrecto.
Lo es en EE.UU., donde la salud se considera un terreno para el negocio.
Breve extracto de una entrevista con el premio Nobel Richard J. Roberts, en La Vanguardia