Beneficio secundario de la enfermedad versus resiliencia

Beneficio secundario de la enfermedad versus resiliencia

 

«Curar al niño y aparecerá el hombre.»

Tony Robbins

Aunque no soy freudiana ni psicoanalista, hoy me he acordado de un concepto que describió Sigmund Freud a principios del siglo pasado: “el beneficio secundario de la enfermedad”. Freud habló de este fenómeno mientras estudiaba un estilo de resistencia a la curación de pacientes que, consciente o inconscientemente, llegaban a la conclusión de que curarse sería peor que seguir con los síntomas derivados de sus dolencias.

Por otro lado escucho la voz de Boris Cyrulnik explicando que la resiliencia es la capacidad de ser feliz incluso cuando tienes heridas en el alma, y que no existe resiliencia si no se metamorfosea el dolor y se le dota de significado.  ¿Esto es gratis?, me pregunto.

La mala suerte en la vida, la falta de recursos, los accidentes tempranos, los abusos infantiles, los errores de los padres y las telarañas de nuestros árboles genealógicos provocan traumas y trastornos psicológicos. Sin duda. Lo que hace cada persona que ha pasado por esos calvarios con ello, es lo que las distingue.  

Las heridas emocionales se pueden curar, incluso convertirse en máquinas generadoras de recursos para vivir en plenitud; pero también se pueden transformar en fábrica de beneficios en formato de excusas para no afrontar la vida adulta. 

Enredados en las quejas y el victimismo, hay personas que se identifican con ese “yo herido” y se instalan en una vida pasiva e insatisfecha.

Atentos a cuando una herida emocional se convierte en justificaciones para la comodidad, para el aislamiento o en imán de atenciones sustitutas de las que no se tuvo en la infancia, y no el objetivo de un serio trabajo de autoconocimiento y reparación. 

Atentos a los “ayudadores” que mantienen y se mantienen a costa de ese dolor de ese enfermo que asisten, porque más que formar parte de la solución del pasado, se convierten en parte del problema presente.

¿Desarrollar la resiliencia tiene entonces un costo? Valentía, voluntad, esfuerzo y otras inversiones que darán al fin y al cabo más beneficios que la enfermedad, porque vivir de verdad una vida plena no tiene precio.

 

Karla Hamelin

Imagen: https://www.instagram.com/psicologia_xxi/

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