Aprendizaje de acción, de Reginald Revans.

Aprendizaje de acción, de Reginald Revans.

Estudiante de astrofísica y discípulo de Einstein, se retiró del proyecto de la bomba atómica. Gestionó minas de carbón: se especializó en gestión industrial. Y comprobó que su rendimiento mejoraba mediante el aprendizaje activo: el alumno aprende por la acción, analizando sus propios actos.

¿Qué debe tener un profesor para ser bueno?

Amor al otro, porque eso le conduce a tener habilidades relacionales, interpersonales.

Deberá conocer bien la materia que imparta, también…

Sí, y tenerla al día, pero más importante que saber mucho es saber llegar a cada alumno: cada uno necesita un tipo de relación.

Póngame algún ejemplo.

En todo grupo hay un individuo que boicotea al que enseña. Conviene identificarlo pronto y saber ganártelo, o será todo mucho más difícil para todos.

Está también el que no entiende nada o lo entiende al revés.

En una clase de matemáticas, forma parejas: junta a un alumno hábil con otro inhábil. Diles a los dos que si el segundo aprueba el examen, les evaluarás a cada uno con medio punto más de regalo en la nota.

¿Resultado?

El primero se esmera en que el segundo aprenda. Y el segundo aprende y aprueba. Los dos se estimulan, los dos mejoran.

¿Cómo mejoraría usted nuestro sistema educativo?

Debemos enseñar a los profesores que no se trata ya de meter un conocimiento en la cabeza del alumno, sino de ayudarle a tener una mente muy abierta y muy adaptativa: esto es la clave de la supervivencia.

¿Adáptate o muere?

Sí. Y por eso es necesario que les enseñemos y aprendan soft skills (habilidades suaves).

¿En qué consisten esas habilidades?

Como las células madre en medicina, servirán para todo: son destrezas que te servirán para toda tu vida y en todos los contextos, por muy cambiantes que sean.

Deme algunos ejemplos de soft skills.

Escribir con la máxima claridad, que se entienda todo bien. Hablar en público y captar su interés. Entender una explicación y sintetizarla. Saber trabajar bien en equipo…

Uy, eso me cuesta…

Aplicar un pensamiento crítico. Tomar decisiones. Saber decir no sin herir. Liderar un grupo. Debatir sobre todo sin irritarte. Y saber calmar al otro si se irrita…

¡Colosal habilidad!

Pues se aprende practicándola: aprendamos. Y enseñemos a que cada uno encauce su emotividad, en su bien ¡y en el de todos!

Extracto de una entrevista con Victoria Marsick, profesora de profesores

Fuente: La Contra de La Vanguardia

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