
Estudiante de astrofísica y discípulo de Einstein, se retiró del proyecto de la bomba atómica. Gestionó minas de carbón: se especializó en gestión industrial. Y comprobó que su rendimiento mejoraba mediante el aprendizaje activo: el alumno aprende por la acción, analizando sus propios actos.
¿Qué debe tener un profesor para ser bueno?
Amor al otro, porque eso le conduce a tener habilidades relacionales, interpersonales.
Deberá conocer bien la materia que imparta, también…
Sí, y tenerla al día, pero más importante que saber mucho es saber llegar a cada alumno: cada uno necesita un tipo de relación.
Póngame algún ejemplo.
En todo grupo hay un individuo que boicotea al que enseña. Conviene identificarlo pronto y saber ganártelo, o será todo mucho más difícil para todos.
Está también el que no entiende nada o lo entiende al revés.
En una clase de matemáticas, forma parejas: junta a un alumno hábil con otro inhábil. Diles a los dos que si el segundo aprueba el examen, les evaluarás a cada uno con medio punto más de regalo en la nota.
¿Resultado?
El primero se esmera en que el segundo aprenda. Y el segundo aprende y aprueba. Los dos se estimulan, los dos mejoran.
¿Cómo mejoraría usted nuestro sistema educativo?
Debemos enseñar a los profesores que no se trata ya de meter un conocimiento en la cabeza del alumno, sino de ayudarle a tener una mente muy abierta y muy adaptativa: esto es la clave de la supervivencia.
¿Adáptate o muere?
Sí. Y por eso es necesario que les enseñemos y aprendan soft skills (habilidades suaves).
¿En qué consisten esas habilidades?
Como las células madre en medicina, servirán para todo: son destrezas que te servirán para toda tu vida y en todos los contextos, por muy cambiantes que sean.
Deme algunos ejemplos de soft skills.
Escribir con la máxima claridad, que se entienda todo bien. Hablar en público y captar su interés. Entender una explicación y sintetizarla. Saber trabajar bien en equipo…
Uy, eso me cuesta…
Aplicar un pensamiento crítico. Tomar decisiones. Saber decir no sin herir. Liderar un grupo. Debatir sobre todo sin irritarte. Y saber calmar al otro si se irrita…
¡Colosal habilidad!
Pues se aprende practicándola: aprendamos. Y enseñemos a que cada uno encauce su emotividad, en su bien ¡y en el de todos!
…
Extracto de una entrevista con Victoria Marsick, profesora de profesores
Fuente: La Contra de La Vanguardia