Acto psicomágico para una mujer con 40 kilos de sobrepeso.

Acto psicomágico para una mujer con 40 kilos de sobrepeso.

Julia, atormentada por su peso consulta:

Hace tiempo que pienso escribirte, y al fin me he decidido a hacerlo. Soy una mujer de 33 años, y he luchado toda mi vida contra un problema que jamás pude resolver. Creo mucho en tu método, y quiero contarte todo. Lo que me atormenta es el peso en exceso, y, por ende, mi relación con la comida: obsesiva y excesiva. Acudo a la comida para luchar contra el sentido de vacío, contra la rabia, y para “resarcirme” cuando siento haber sufrido una injusticia. A veces, durante las comidas, como mucho aunque no tenga tanta hambre, por miedo al vacío que podría advertir en las horas sucesivas, durante el día. Tengo el temor injustificado de sentirme débil por falta de alimento. Sé que te hará sonreír, pero eso es lo que siento. Mi aspecto físico (ya agravado por 40 kilos en exceso), obviamente, no me gusta, me hace sentir incómoda con los demás y siempre fue un problema en mis relaciones con el otro sexo. En efecto, hace muchos años ya que no tengo pareja y nunca conseguí tener romances duraderos. La competencia con las demás mujeres, de proporciones “normales”, la pierdo de entrada, así que a veces me hago a un lado por mi cuenta para evitar ponerme en ridículo con los hombres que me gustan y con mis “adversarias”. Cuando tenía más o menos 7 años mi padre se separó de mi madre y se fue de la casa. Se separaron porque él la traicionaba continuamente, y no tenía ningún atisbo de respeto por ella. La sometía a conductas autoritarias y denigratorias, reduciéndola a una especie de sirvienta a sus órdenes. Yo me quedé con ella, una mujer hecha pedazos que nunca logró reconstruirse una vida afectiva y que se encerró completamente en sí misma, volviéndose autoritaria a su vez, y llena de odio. Y con mi hermana, 5 años mayor que yo, que siempre me hizo sombra con su seguridad, su belleza y su vida afectiva, constantemente rica y llena de pretendientes. Lo tragicómico es que también mi padre tiene mi mismo problema con la comida, y él también está en sobrepeso aunque esto, por curioso que parezca, nunca le impidió tener a todas las mujeres que quiso. La única certidumbre que me queda es que quiero liberarme de esta esclavitud de la comida, quiero gustarme, gustar a los hombres y tener por fin un compañero a mi lado. ¿Qué puedo hacer?

Alejandro Jodorowsky responde:

Querida Julia, en el inconsciente todos los seres humanos reprimen pulsiones y deseos prohibidos por la familia, la sociedad y la cultura. Ya Freud nos reveló las pulsiones incestuosas. Pulsiones que te acosan aún hoy. No te espantes y abre tu conciencia. En el Tarot de Marsella, en la carta XV, el Diablo está lleno de ojos. Lo que quiere decir que no tiene miedo de verse. Si no desarrollamos una valiente humildad que nos haga capaces de observar nuestros defectos, nuestras debilidades, nuestra pereza, nuestra cobardía, nunca llegaremos a ser un humano realizado. Reconociendo lo que nos sobra y lo que nos falta, el Diablo, es decir nuestro fértil inconsciente, se convertirá en un aliado que nos ayudará a vencer los límites que nos han impuesto. Lo que te voy a decir puede ayudarte a resolver un problema que te ha perseguido gran parte de tu vida. En la Alta Magia, el iniciado se caracteriza por cuatro cosas: «Quiere, osa, puede y acepta». Para solucionar un problema hay que QUERER solucionarlo, OSAR tomar la medidas necesarias para solucionarlo, luego PODER solucionarlo y por fin ACEPTAR los cambios que la sanación otorga. Tú en realidad NO QUIERES solucionarlo, porque te aferras a una imagen de ti misma. Esa imagen es la reproducción del cuerpo de tu padre, con el sobrepeso que tú imitas. Te defines como «obsesiva» y «excesiva». Comes en demasía para luchar contra el sentido de vacío (desvalorización), contra la rabia y -por los deseos sexuales que reprimes- para resarcirte cuando has sufrido una injusticia (la injusticia de que tu padre no colmara tus deseos edípicos, de la misma manera que no satisfizo los deseos de tu madre. Ese hombre, con erotismo enorme, lleno de amantes, no fue capaz de darle una realización sexual a tu madre, y por lo tanto tampoco te la dio a ti, porque tú, psicológicamente, te identificas con ella. En realidad si no es tu padre, ningún otro hombre deseas que te satisfaga: por eso engordas, para alejarlos. Dices: «la competencia con las demás mujeres, de proporciones «normales» la pierdo de entrada». Esa competencia refleja que tu hermana mayor, por identificarse psicológicamente a él, («su vida afectiva, constantemente rica y llena de pretendientes») te robó la atención del padre. Tu madre realizó una simbiosis contigo y te transmitió su angustia de no ser amada, su masoquismo, su odio al hombre. Como tu padre la sometía a conductas autoritarias y denigratorias, reduciéndola a una especie de sirvienta a sus órdenes, ella te enseñó que la sexualidad viril es un odioso peligro. Los hombres que te gustan los ves, inconscientemente, como clones de tu padre. Por otra parte, tu vagina la sientes como una enemiga, ya que te envía deseos prohibidos. Cuando tu madre, al ser abandonada, se identificó a tu padre «volviéndose autoritaria a su vez,» te inculcó su masoquismo, convirtiéndote en un remedo de lo que ella fue con su marido. En realidad el «triunfador» en esta historia familiar es el gordo de tu padre, quien se permitió traicionar continuamente a su esposa, y, a pesar de su sobrepeso tiene a todas las mujeres que quiere. Al parecer un verdadero macho potente y tiránico, pero su gordura y su inmadurez sexual prueban que psicológicamente se quedó niño, un niño caprichoso no amado por su progenitora, lo que le produce un odio a la mujer-madre. ¡Si te quedaras encinta perderías el mítico amor de tu padre haciéndote digna de ser tratada como una sirvienta! Si quieres liberarte de esta esclavitud de la comida, gustarte, gustar a los hombres y tener por fin un compañero a tu lado, puedes hacer dos cosas: o empantanarte en un psicoanálisis que puede durar muchos años, comprendiendo a fondo tus problemas psicológicos (problemas tan dolorosos que para no enfrentarlos te echas encima una coraza de 40 kilos de carne)… o bien mandar al cuerno las búsquedas psicológicas y realizar, durante cuarenta días, el acto de psicomagia que te voy a recomendar:

Julia, la comida que ingieres substituye al placer sexual que no puedes aceptar. Tu vagina rechaza el placer y el esperma que el falo le puede brindar. Tienes que demostrarle a esa vagina que ese placer que rechaza, puede aceptarlo. Para lo cual, cada vez que comas algo que te puede hacer engordar, introduce una pequeña parte de ese alimento en tu vagina, sea un pedacito de carne, un trocito de pastel, etc. Conserva en tu vagina ese alimento un par de horas, el tiempo de una digestión normal, luego extráelos y mételos en un sobre de plástico que guardarás en tu nevera. Al cabo de cuarenta días, tomarás todos esos sobres y los dividirás en dos montones. Un montón se lo enviarás anónimamente a tu padre. Con el otro montón irás hacia un bosque cualquiera, harás un hoyo en la tierra, vaciarás en él los sobres y sobre ellos plantarás un hermoso rosal, ya florido. Una vez por semana, irás a regarlo con tres litros de agua. Durante este proceso psicomágico, todas las noches, desnuda en tu cama, antes de dormir lee unas líneas del cuento «Alí Babá y los cuarenta ladrones» para lo cual dividirás este texto en cuarenta partes. (La caverna de Alí Babá, en la cual el penetra como un ladrón -es decir. realiza un acto que le fue prohibido- simboliza a tu inconsciente lleno de tesoros.)

El arte de sanar