Por Gabi Lumiére
Marianne Costa, nacida en 1966 y radicada en Francia, es Licenciada en Literatura comparativa, actriz, cantante y escritora. Publicó varios libros de poesía y una novela traducida al castellano llamada «El Infierno Prometido». En colaboración con Alejandro Jodorowsky, escribió «La vía del Tarot» y «Metagenealogía», un profundo estudio sobre análisis y sanación del árbol genealógico.
Actualmente, sumado a su actividad como escritora y cantante, imparte por el mundo talleres sobre Tarot, Psicomagia y Metagenealogía, que van desde lo teórico a lo práctico a través de un método que ella llamó «ficciones sanadoras» donde el arte juega un papel fundamental.
En el marco de su visita a Buenos Aires, tuve la agradable oportunidad de charlar con ella, esta vez, para hablar especialmente de Arte.
¿Quién es Marianne Costa?
¡Qué sé yo! (risas). Es un nombre sobre un documento nacional de identidad. Cuando alguien se ofreció a hacerme en Facebook una página fan, la acepté y ahora tiene casi 10.000 likes. A parte de ponerle información, la puse en categoría personaje de ficción (más risas). Entonces Marianne Costa como todas las identidades individuales, hasta cierto punto es un personaje de ficción… ¡Y amamos a los personajes de ficción!, y los cuidamos. Son la condición del ser; el ser es uno, y corre a través de varios personajes, de los cuales uno se llama así: Marianne Costa.
¿Cuál es tu visión del Arte en este mundo de hoy del siglo XXI?
Yo empecé a treparme en el escenario cuando era muy joven, con la intención de vencer el miedo. No vencerlo en términos de triunfar, sino alquimizar el miedo en amor; era una cosa que me quedaba muy clara. En este momento escribo sobre todo poesía, porque me doy cuenta que todo lo que surge de mí, sea enseñanza o ficciones o cualquier cosa, surge de un punto en que se cristaliza el amor hacia el deseo, a veces fallado, de producir o de secretar belleza. Entonces al Arte lo veo como un ensayo y nunca como un logro. En el teatro y en los artes escénicos, es el ensayo de volver a inventar la presencia, de vencer a nuestro peso y a la costumbre de nuestro auto comentario. La poesía, es un ensayo de captar o de capturar el instante que por definición es inexistente, porque fluye. En el Tarot, todo eso corresponde al Diablo, que divide la unidad fundamental en una dualidad y trata de amarrarla. Es como tratar de amarrar el océano. Entonces, el arte es una necesidad absoluta del ser humano, y tiene varios grados. Grados a veces muy individualistas, a veces muy negativos, muy narcisistas, hasta lo que Gurdjieff llamó el arte objetivo que es en realidad como el amor verdadero, un cálculo; porque para crear un violín, hay que calcular las proporciones, que serán el alma del violín. Observando al marido de mi madre, mi padrastro, que es luthier, vi que el alma del violín es un cálculo perfecto de una lámina, que combinada con la magia de quien toca el violón, vibra hasta tocar el amor. Entonces paradójicamente mientras más cálculo, más amor. El amor real es calcular lo que le va a poner a gusto al otro. El arte más espontáneo, a veces – digo a veces porque no quiero hacer generalidades – es el más ombliguista.
De alguna manera este arte lo llevas a tus talleres de ficciones sanadoras, de Tarot ¿De alguna forma crees que es fundamental el arte para sanar y para completar al mundo?
No sé si lo llevo a los talleres, o simplemente lo trato de descubrir la creatividad. Creo que cada situación humana tiene por lo menos un potencial de creatividad, de belleza, de arte, de estar enchufada, anclada en nuestro centro creativo. La cosa es que la civilización occidental ha momificado el arte, lo ha transformado en cultura. Para bien, por un lado, ahora estamos en un museo y es una forma de crear señales y santuarios; pero el problema es cuando el santuario no está unido con una práctica. En las religiones o los ashrams* sanos, por un lado tienes el santuario donde se cristaliza algo que tiene que ver con el pasado, con la tradición, pero tienes una práctica que renueva la tradición en cualquier momento. En Francia, por ejemplo, hay una momificación y una sobrevalorización del arte pasado, y no existen casis talleres de escritura creativa. Entonces tú lees un montón de literatura, pero nadie te enseña a jugar con la escritura. Lo que trato de hacer en los talleres, es simplemente invitar a esa dimensión artística creativa, honrar mi propia biografía porque hago desde lo que soy, y tratar de despertar en cada uno el sentido de que la belleza que no es la perfección, no es cumplir con el canon de la época, sino que es abrazar tu propia imperfección hasta el punto donde ella cruza la belleza de la vida.
(*)áshram, en el hinduismo, es un lugar de meditación y enseñanza hinduista, tanto religiosa como cultural, en el que los alumnos conviven bajo el mismo techo que sus maestros.