Todo aquí es un misterio de contrarios:
la oscuridad un prodigio de Luz ocultándose a sí misma,
el sufrimiento la trágica máscara de un secreto éxtasis
y la muerte un instrumento que perpetúa la vida.
A pesar de que la Muerte nos acompaña en el camino de la Vida,
sombría presencia al comienzo del cuerpo
y última sentencia de los fútiles trabajos del hombre,
otro es el enigma de su ambigua faz:
la Muerte es un escalón, una puerta, una zancada vacilante
que el alma debe dar para cruzar de nacimiento en nacimiento,
una gris derrota preñada de victoria,
un azote que nos fustiga hacia nuestro estado inmortal.
El mundo inconsciente es el habitáculo que el espíritu se construyó,
la Noche eterna la sombra del eterno Día.
No es la Noche nuestro comienzo ni nuestro fin;
es la oscura Madre en cuya matriz nos hemos escondido
a salvo de un despertar demasiado rápido a un mundo de dolor.
Llegamos a ella desde una Luz suprema,
por la Luz vivimos y hacia la Luz nos dirigimos.
Sri Aurobindo