En los colegios laicos más avanzados del planeta se practica la meditación. Es un indicio esperanzador de que todos convergemos hacia un nuevo estadio.
Póngase una alarma y deténgase cada hora en ese silencio del ego. Deje que irrumpa el momento en toda su densidad en su conciencia. Pase así de ser mero okupa del espacio y el tiempo a integrarse en ellos. Y vivirá más. Cada instante es irrepetible: repítalo cada hora.
Renuncie a algo. La renuncia no quita; la renuncia da. Da libertad. Experiméntela. Libérese de algo de lo que cree depender.
¿Librarme de algo que necesito?
Progresará: el narcisismo y la adicción son estancamientos, fijaciones. Cuando los supere tendrá una autoestima sana. El siguiente paso es convertirla en realización y después en trascendencia. Es un proceso de superación personal que luego se repite en toda la especie.
¿De verdad cree que progresamos?
Como las personas, los pueblos y las religiones también se estancan en el narcisismo. Para superarlo, deben morir en ese estadio primario y reaparecer en uno superior.
¿Cómo?
Las palabras condensan significado y energía: designan el mundo, pero también capturan cuanto designan, lo encierran. Por eso, hasta que sustituyes una palabra por otra, no puedes percibir el mundo de otro modo: no progresas…
Extracto de una entrevista con Xavier Melloni, antropólogo, teólogo y eremita. La Vanguardia