Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad. Seis cosas que Julio Verne imaginó antes de que sucedieran.

Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad. Seis cosas que Julio Verne imaginó antes de que sucedieran.

Julio Verne (1828-1905) fue un escritor que se inspiró en revistas científicas y en su gran biblioteca, más que en viajes y vivencias personales, para escribir sus casi 100 obras publicadas.

Siguiendo el lema «todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad». Estas son algunas de las innovaciones que Verne imaginó en su habitación y que otros científicos acabaron inventando años después.

Internet, la red de comunicaciones

En la novela París en el siglo XX (1863), Verne habla de una red internacional de comunicaciones, la describe como algo parecido a un telégrafo mundial, que conectaría a distintas regiones para compartir información.

El primer submarino eléctrico

Isaac Peral creó el submarino eléctrico en 1888. Lo ideó como un arma de tracción eléctrica que circulaba por debajo del mar, una idea casi calcada al Nautilus, el submarino que Verne había descrito 18 años antes en Veinte mil leguas de viaje submarino (1870).

Fotografiar el fondo del mar

También en Veinte mil leguas de viaje submarino, el capitán Nemo toma una fotografía del fondo marino desde el Nautilus. Faltaban más de 20 años para que esto fuese posible. Y sucedió en 1899 gracias a Louis Boutan, pionero de la fotografía subacuática.

Volar en lugar de flotar (y el primer reloj de pulsera)

A pesar de haber escrito todo un tratado sobre los globos aerostáticos en Cinco semanas en globo (1863), Verne era partidario, para que el hombre conquistase el cielo, de crear grandes máquinas que pesasen más que el aire. Ante la imposibilidad de pilotar el avión y al mismo tiempo mirar el reloj de bolsillo, Cartier creó para él el primer reloj de pulsera.

El paseo de Armstrong por la Luna

Con la verosimilitud de los hechos que Julio Verne contaba en De la Tierra a la Luna (1865) y en Alrededor de la Luna (1870) los lectores pudieron soñar con la posibilidad de llegar a alcanzar el satélite. Las dos obras fueron escritas alrededor de 100 años antes de que el Apolo 11 llegara a la Luna.

La conquista de los polos

En Las aventuras del capitán Hatteras (1866), una expedición se embarca hacia la conquista del Polo Norte. Faltaban aún 40 años para que Robert Peary llevase a cabo finalmente esta hazaña, en 1909.

Fuente: El País

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